jueves, 13 de octubre de 2011

LLORAR BIEN



LLORAR BIEN

Para llorar bien debes
haber vivido el aguacero de otoño y
comido de la mano del desamor
medida máxima del amor.
Remar los adióses, besar las mejillas
mojadas y resetear los quebrantos.
Quererse en primera persona es
llorarse más que aún cadáver de carretera.
Empaparse los zapatos que corren
sin futuro, realizar los sueños y
morir de pena todas las tardes de Abril.
Para de verdad de la buena llorar a las dalias,
hay que meter órtigas en los pelos
de tú corazón, escupir contra tú plato de comida
y borrarse del mapa para que otros
tengan vida.
Reposar en cúbito supino,
leer periódicos amarillos y
bañarse en fotos aniquiladas de la memoria.
Llorar es la liberación funesta
y la incertidumbre manifiesta.
Oh¡ secreción lacrimal que soportas plomo
de mis carnes y batallas la batalla
del cada día.
Para llorar bien hay que ser un mal hombre,
una pesadilla para tus congéneres ó
un mal bicho que señala con el dedo.
Para quererse bien hay que llorar hasta reir.

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